Soy un mártir


Dentro de la psicología clínica existe un término para denominar a las personas que suelen hacerse las víctimas de forma continuada y que por norma siempre es por culpa de los demás, este rasgo de la personalidad se le llama "el síndrome del mártir". Existen dos tipos de personas con este síndrome: las que han sufrido un daño físico o emocional durante la infancia y las relaciones transpersonales o las que eligen ser víctimas porque necesitan alimentar ciertas necesidades psicológicas que solo encuentran a través del sufrimiento o del sentirse perseguidos, de hacerse las víctimas. La mayoría de las personas que sufren este síndrome pueden ser temporales en los que el sujeto simplemente siente auntocompasión por sí mismo, pero hay otras que lo toman como un estilo de vida, se convierten en las "DramaQueen" de su vida creando sentimientos de culpa, vergüenza, impotencia, frustración, desesperación o depresión. Este tipo de personas suelen sufrir de una forma más intensa que las demás personas de su alrededor y lo que consiguen con este sentimiento es sentirse mejor consigo mismos creando un patrón autodestructivo que hace que perciba su realidad distorsionada ignorando sus necesidades básicas y causándole cuadros continuados de angustia. 

Pero, ¿qué es realmente el síndrome del mártir? Es un trastorno social de la personalidad, donde la persona que lo padece adopta el papel de víctima y se alimenta de esa conducta para obtener cosas a cambio y que cuando es de forma continua o se adopta como estilo de vida, ese trastorno se debería de tratar. Son personas que se sienten olvidadas, apartadas o alejadas, en cierto modo desconectadas de los demás y necesitan llamar la atención, se disfrazan de víctimas a veces de manera consciente y otras inconscientemente, para poder manipular lo que ellos no son capaces de controlar que es la situación exterior, cuando no lo consiguen se sienten atascados y hacen responsables a los demás de lo que está pasando. Los detonantes de esa conducta suelen ser la baja autoestima o la depresión, haciendo que esos patrones de comportamiento autodestructivos que tienen le hagan buscar situaciones que le causen angustia y sufrimiento, una tendencia masoquista que crea dependencia emocional y la codependencia de ciertas relaciones abusivas o tóxicas. 

En definitiva, las personas que padecen este síndrome o trastorno social de la personalidad solo ven una mejoría cuando los demás sienten lástima por ellos, suelen sentirse incapaces o poco hábiles en su entorno social, siempre ponen excusas y no suelen reconocer sus errores, porque se alimentan de la compasión que otras personas tienen por ellos. Este comportamiento hace que sea incapaz de adaptarse, toma una actitud pasiva y sumisa, reprime sus sentimientos, evita su responsabilidad, culpa a los demás y no tiene interés ni predisposición ante las circunstancias de la convivencia, a esto es lo que en psicología llamamos "el síndrome del mártir". 

¿Podemos encontrar a más de una clase de mártir? Por supuesto. Yo los clasifico en diferentes clases, aunque existen tantas víctimas como personas dependiendo cada caso personal, pero estos para mí son los más habituales. El bueno es el mártir que o habla o que nunca pide lo que necesita, si no que procura que los demás estén servidos de todo porque considera que su sufrimiento es porque debe sacrificarse por los demás, es la única forma en la que se sienten bien consigo mismos. Está el sufridor, que son aquellos que van por la vida de víctimas y se conforman con lo que tienen o les ha tocado vivir porque creen que es su destino, es su misión en la vida y en otra se les recompensará, no son felices y su vida está llena de frustraciones. Está la sacrificada, que pertenece a esa clase de mujeres (también extrapolable a hombres) que sacrifican su vida, su felicidad y todo lo que tienen a pesar de tener relaciones abusivas, de maltrato, de ausencia o carencia afectiva, cosa que solo reciben de sus hijos ya que las admiran por su sacrificio y dedicación. 

Está el fusionado, que es aquel que no es feli si no lo hace todo con su pareja, es una persona con unas carencias emocionales creadas por acontecimientos traumáticos severos y que cuando no recibe la atención que necesita su papel de víctima se agrava porque necesita esa codependencia emocional. Esta el rescatador, que también es una persona con muchas carencias emocionales y que tiene la necesidad de hacerse la víctima para ayudar a otras personas con sus mismos traumas, para luego más tarde alimentar su ego sintiendo que los ha curado o sanado y por último el más peligroso es el manipulador. Es el que se deshace de la responsabilidad de su vida para que otros lo hagan por él, usa las dificultades asumiendo el papel de víctima para conseguir lo que quiere, culpando a los demás si es necesario y proyectando su frustraciones, fracasos y decepciones a los demás para que puedan ayudarlo, consiguiendo que las personas que sienten lastima por ellos tengan la necesidad de ayudarlos de alguna manera y no dudaran en aprovechar esa posición de victimismo para generar sensación de culpa y lograr lo que quieran. 

Pero, ¿qué causa el síndrome? Este síndrome aparece cuando necesitamos a toda costa un reconocimiento, cuando necesitamos aceptación, atención, compañía o pertenecer a algo, cuando necesitamos darle sentido a nuestra vida, cuando tenemos una necesidad psicológica o emocional, o una carencia afectiva, cuando dentro del núcleo familiar uno de los padres lo padece (normalmente siempre suele ser la madre), cuando hay abuso o chantaje emocional durante la infancia, cuando los traumas desencadenan cierto tipo de conductas de la personalidad  como tener baja la autoestima, el ser una persona insegura, una persona que se culpa por todo o se autoculpa, que no se siente digna de nada, que tiene frustraciones en algunos aspectos de su vida, que tiene miedo al cambio, miedo a los conflictos, miedo a lo bueno y miedo en general, tiene incapacidad de no ver soluciones o alternativas, se sienten atrapados, impotentes, se resignan porque consideran que la vida es injusta con ellos. Este síndrome se ve reflejado en personas con trastornos psicológicos donde se está viviendo una situación de sufrimiento e incluso de depresión. 

¿Cómo reconocemos a un mártir? Para poder reconocer si estamos frente a un mártir es tan sencillo como fijarnos en su conducta. Se les reconoce porque se ven así mismos como buenas personas y en muchas ocasiones se comparan con personajes históricos que han hecho grandes sacrificios por otras personas e incluso llegando a sentirse como verdaderos héroes de la situación ya que consideran que los demás son injustos, insensibles o egoístas haciendo que nos sintamos culpables por su sacrificio, tienen baja autoestima, no se sienten dignos de recibir amor e infravaloran su personalidad, tienden a exagerar su sufrimiento para buscar aprobación, reconocimiento y atención a través de sus dramas emocionales, les cuesta decir no o poner límites lo que les lleva a vivir relaciones abusivas o codependientes llegando a convertirse en muchas ocasiones en manipuladores, no aceptan responsabilidades y culpan a los demás de sus problemas o su situación de sufrimiento, no tienen iniciativa propia para resolver sus problemas y cuando lo hacen siempre surgen nuevos problemas de los que hacerse la víctima y lamentarse, se decepcionan continuamente porque esperan de los demás que cuando solucionan algo por sí mismos se les admire por lo que han hecho, buscan la forma de desmontar que son buenas personas y hacer que los demás parezcan malos, no expresan sus sentimientos ni sus pensamientos, por eso tampoco expresan lo que necesitan en ese momento, son negativos, pesimistas, críticos, no confían en nadie, son rencorosos, nunca perdonan y deciden que no pueden continuar adelante constantemente, siempre encuentran razones o excusas para decir que las soluciones que se les ofrece no van a funcionar, buscan lo malo incluso en lo bueno y e pocas ocasiones disfrutan de amistades duraderas. 

¿Cómo podemos lidiar con una persona sí y ayudarla? Lo primero y más recomendado es que se pusiera en manos de un médico especialista en estos temas para que pueda descubrir de donde procede la raíz del problema que le hacer ser un mártir, hemos de tener en cuenta que todos en la vida hemos adoptado en cierto modo el papel de víctima y si intentamos ayudarlo consolándolo lo que hacemos es reforzar más aún esa conducta. Por el momento y mientras no se someta a una terapia no aceptes favores ni cualquier otro tipo de conducta que para el sea un sacrificio, no se trata de decir no a todo lo que le favorece porque se sentirá rechazado, pero cuando dejes de aceptar esos favores el esperará más de ti y creará otro drama porque ya no tiene tu atención. No caigas en la compasión ni en reforzar su angustia cuando transmita pena o victicismo, simplemente acéptalo y no sientas lástima porque es lo que va buscando para alimentarse con su papel de víctima, hazle comentarios positivos porque cuando vea que no es la reacción que anda buscando comprenderá que no puede manipularte y así dejamos de alimentar su comportamiento autodestructivo. Se pondrá siempre a la defensiva cuando trates de explicarle que el comportamiento que tiene no es el correcto o no le hace bien, simplemente expón directamente lo que realmente te preocupa y no le recrimines nada porque su primera opción será enfadarse, negarlo todo y ofenderse por lo que le estás diciendo. Lo mejor es hablarle de forma tranquila y pausada haciéndole ver que valoras su esfuerzo, ofreciéndole soluciones positivas porque es alguien importante para ti, pero déjale claro que no estás dispuesto a seguir con una relación así porque su comportamiento es perjudicial para todos. 

La persona que padece este síndrome lo único que puede hacer para desinstaurarlo de su vida es aceptándose tal y como es, dándose cuenta de que agradar y satisfacer a todo el mundo no compensa, se debe de dar cuenta que debe interacturar y socializar, tomar la iniciativa, tomar sus propias decisiones, empezar a asumir sus responsabilidades, comenzar ese proceso de cambio de vida en general respetando la libertad de los demás, comprendiendo que hay opciones para lograr lo que necesitamos o deseamos con nuestro esfuerzo, complaciéndonos a nosotros mismos porque la felicidad está en las decisiones que nosotros tomamos, no en lo que hacemos por los demás y buscar que en nuestras futuras relaciones no hayan roles de autoridad ni sumisión, si no igualdad para que sean más saludables, ya sean a nivel pareja o social. Y, sobre todo habla sin miedo del cambio que estás haciendo , no tengas prisa, valoraran tu esfuerzo y con el tiempo se adaptaran a tu proceso de cambio.

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