¿Qué son los mecanismos de defensa?

 

Son estrategias psicológicas que creamos de forma inconsciente para intentar mantener nuestro equilibrio interior. Normalmente surgen de forma espontánea o automática ante situaciones, pensamientos que nos generan emociones negativas como la ansiedad, miedo, estrés, vergüenza, frustración, inseguridad, etc. Un escudo invisible que nos protege cuando percibimos una amenaza o algo inaceptable, peligroso o doloroso y que mantiene más o menos estable nuestro sentimiento de seguridad disminuyendo ese malestar que sentíamos. Estos mecanismos se disparan sobre todo cuando sentimos angustia o dolor, pero también cuando vemos dañada nuestra imagen o herida nuestra autoestima, por eso este tipo de mecanismos están para proteger el equilibrio emocional, facilitar la adaptación, socialización y contacto con las realidades, tanto internas como externas. 

Estos mecanismos de defensa se suelen utilizar como una especie de descarga de tensión natural, pero en muchas personas se convierten en patologías que derivan ciertos trastornos de la personalidad cuando no consiguen solucionar el problema o esa acción que ha disparado el mecanismo de defensa se repite en su vida de forma constante o habitual. Entonces el mecanismo de defensa se vuelve en nuestra contra obstaculizando todos nuestros recursos internos, bloqueando todo nuestro potencial, generando fobias, obsesiones, delirios, angustia, ambivalencia, conductas agresivas o sadismo, adicciones y dependencias, autolesiones e incluso llegar a pensamientos o acciones suicidas. Los mecanismos de defensa te dicen realmente como son o cómo funcionan las relaciones con tu entorno, con las personas y contigo mismo. Algunos de los mecanismos más conocidos fueron gracias a Anna Freud, hija del padre de la psicoanálisis Sigmund Freud. Ella dedicó su vida a la psicología infantil y propuso esta clasificación de nueve mecanismos de defensa a través de una teoría psicoanalítica. 

1- REPRESIÓN: ayuda a entender o permitir el entendimiento con los demás ya que actúan no en solitario, sino unidos a otros. Este mecanismo rechaza experiencias, pensamientos, impulsos o deseos que consideramos vergonzosos, inaceptables o dolorosos que nos generan miedo, inseguridad, dudas, angustia o incertidumbre entre muchas otras emociones de malestar. Lo que reprimimos se sigue manifestando a través de sueños, fantasías, conductas excesivas, lapsus, exageraciones o dificultades a la hora de relacionarse. Cuando constantemente estamos reprimiendo todo eso que no nos gusta, generamos un gasto de energía psíquica muy grande lo que empobrece nuestra calidad de vida, en estos casos se aconseja siempre empezar trabajando la aceptación.

2- NEGACIÓN: es negar simplemente cualquier situación, emoción o recuerdo que nos hace daño o por el que nos sentimos amenazados. Negar algo que se ha sucedido porque no nos sentimos capaces o lo suficientemente fuertes para enfrentarlos a lo que hemos vivido evadiendo la realidad y evitando enfrentarnos de nuevo a eso que probablemente nos provoca miedo o pánico.

3- PROYECCIÓN: es verse reflejados en los sentimientos, pensamientos, impulsos o deseos reprimidos en los demás y que no aceptamos de nosotros mismos para evitar sentirnos frustrados. Esto nos lleva a culpar a los demás de nuestros errores, conflictos internos, intenciones o decisiones creando reacciones agresivas, juzgando y criticando a los demás alterando y distorsionando nuestra realidad. 

4- Identificación: es cuando adoptamos las características o cualidades ideales de otros para poder aliviar ese sentimiento de frustración, incompetencia y vacío interno. Es como una especie de imitación inconsciente que nos ayuda a mantener una sensación de bienestar momentánea y aumenta nuestra autoestima por unos instantes haciéndonos creer que somos importantes. 

5- REGRESIÓN: es tomar una conducta infantil ante una situación dolorosa, una dificultad que nos supera o cuando estamos pasando por una fuerte depresión. De esta forma evadimos nuestra realidad y buscamos seguridad a través de antiguas conductas, experiencias o satisfacciones infantiles. Este mecanismo de defensa puede llevarte a la incapacidad de adaptarse y aceptar los cambios de la vida de adulto creando negatividad, rebeldía, dependencia emocional y trastornos psicosomáticos. 

6- FORMACIÓN REACTIVA: es expresar ideas y emociones opuestas a nuestras creencias, valores o sentimientos con la intención o finalidad de evitar ese dolor o angustia. Es adoptar el comportamiento contrario a lo que realmente deseamos. 

7- DESPLAZAMIENTO: es sustituir o transferir todos esos impulsos, deseos, sentimientos o emociones hacia algo o alguien que nos resulte menos amenazante para reducir el estrés y la ansiedad. Esto lleva a sentir frustración y desplazar nuestro miedo, odio, agresividad, ira o asco con la persona que creemos que no es una amenaza en vez de enfrentarnos a la amenaza original. (Esto suele pasar en casos cuando nos enojamos con alguien que creemos que es superior a nosotros y lo pagamos con los que están por debajo de nosotros o creemos que son inferiores, la frustración y emociones negativas se extrapola a la familia o entorno social).

8- SUBLIMACIÓN: es un trastorno de todos esos deseos inconfesables, agresivos o prohibidos que reprimimos y no son aceptados por la sociedad, pero que terminamos transformándolos en actividades o en una forma de que sean reconocidos u aceptados por nuestro entorno social. 

9- RACIONALIZACIÓN: es la utilización de conceptos lógicos o racionales para explicar o justificar fracasos, errores o conflictos, de esta forma se consigue liberar de la responsabilidad, angustia o sufrimiento que implica dicha situación con nosotros. Es una forma de justificar esas conductas o sentimientos que son inaceptables haciendo que nos sintamos más tranquilos.

Puede que te parezca que los mecanismos de defensa son buenos y hasta cierto punto en algunas situaciones sí que lo son, pero realmente cuando se usan siempre en vez de solucionar un problema o conflicto interno que nos provoca que se dispare uno de estos mecanismos de defensa lo que estamos es bloqueando nuestro potencial y frenando nuestra productividad. Como protección emocional puede estar bien hasta hallar una solución a nuestro problema, pero es algo egoísta ya que evita que nos enfrentemos a nuestros problemas emocionales y estos mecanismos llevados al extremo o mantenidos en el tiempo terminan desarrollando tendencias o conductas obsesivas o neuróticas.

Comentarios

Entradas populares